11 de febrero de 2009

Doraemon, El Gato Cósmico



Aunque a algunos se lo parezca Doraemon no es una creación tan moderna. Es uno de los mangas y una de las series de más éxito de Japón y aún hoy se sigue emitiendo. Fujimoto Hiroshi y Motoo Abiko, bajo el pseudónimo de Fujiko F. Fujio, fueron sus creadores en el papel allá por el año 1969. ¿Quién no conoce a Doraemon? Un androide con forma gato que tiene proporciones más bien bajas, oficialmente 129 cm, y que con sus 129 Kg es tirando a obeso de tipo estadounidense. De color azul epiléptico no tiene orejas porque se las comieron los ratones –de ahí su miedo a estos seres- y posee un bolsillo “mágico” en la panza similar a la bolsa marsupial de los canguros y de la cual saca todo tipo de artefactos. Eso por no mencionar su capacidad para hablar, sentir y razonar como una persona humana. ¡Y si le tiran de su cola deja de moverse! Aunque esto, bien pensado, es algo que le puede ocurrir a casi cualquier macho de cualquier especie animal con órganos reproductivos. Doraemon, resumiendo, es lo que cualquiera imaginaría cuando piensa en el gato que uno querría tener, ¿o no? En el olvido quedan datos desconocidos para el público en general como el hecho de que Doraemon es capaz de saltar hasta 129,3 cm o correr a 129,3 km por hora. Quizá sea, porque viendo su esbelta figura, no hay quién se lo crea.



Doraemon viene del futuro. Tiene una misión que cumplir. No viene para evitar un cataclismo. Ni para alertar al mundo de una posible invasión extraterrestre. Ni para predicar el nuevo evangelio. Con él no se inicia el fin de los días. Ni tan siquiera para matar a John Connor el líder de nuestra futura resistencia contra las máquinas como todos sabéis. Nada de parafernalia moralistas sobre el futuro que nos merecemos ni mensajes medioambientales para tomar conciencia del peligro de la actitud humana en su relación con el planeta Tierra. Su misión, simplemente, es cambiar el futuro ayudando a malcriar a Nobita -un personaje que parece estar inspirado en Bill Gates- para que la familia para la cual “trabaja”, descendientes de Nobita en realidad, tengan un futuro prospero y no malvivan en el siglo XXII del que supuestamente procede Doraemon. Vemos aquí, por fin, una historia inteligente y realista respeto al concepto de la ciencia-ficción y los viajes en el tiempo. ¿Para que utilizaríamos una máquina del tiempo si la tuviésemos? ¿Para hacer turismo? ¿Para salvar el mundo o mejorarlo? No. ¡A la mierda con eso! Para nuestro propio beneficio personal. ¡Como debe ser!


Resulta que el tataranieto de Nobita y su familia, en el siglo XXII recordad, viven en pobreza a causa de errores que cometió el primero cuando aún era joven. ¿Cómo es posible que Nobita, después de más de un siglo y medio, haya creado una deuda tan descomunal a sus descendientes? O aquí alguien miente o Nobita, al crecer, se dio a unos vicios muy poco sanos y muy caros… El caso es que, para corregir esto, su tataranieto envía a Doraemon al pasado. Doraemon se convertirá entonces en una especie de niñera para Nobita. El caso es que a nadie le parece raro, en todo el barrio, el nuevo amigo que se ha echado Nobita. ¡Ni siquiera sus padres llegan nunca a decirle nada de que haya acogido así, por las buenas, a un gato cabezón en casa! No sé produce el ningún momento la típica conversación entre padre e hijo que todos hemos tenido “Luego no lo vas a cuidar”, “No tenemos espacio para él”, etc. Sus amigos nunca le preguntan porque su gato es más inteligente que él o porque habla. No aparecen tas televisiones y las radios para hacerse eco del nacimiento de ningún gato mutante o no aparece el FBI para intentar atraparlo como le paso a ET. Supongo que estas cosas sólo pueden pasar en Japón.



Pero lo que me perturba de esta serie son esos descendientes del futuro de Nobita. En ese futuro del que viene Doraemon se han creado maravillas tecnológicas del calibre de un casco volador y otros tantos muchos más estúpidos pero, al parecer, la inteligencia de la humanidad ha sufrido un considerable retroceso. Porque la pregunta que cabe hacerse, llegados a este punto, es, ¿una familia con un poder adquisitivo tal que es capaz de dotar a su gato androide de lo mejorcito de la tecnología de su tiempo y transportarlo en una máquina del tiempo como puede encontrarse en la pobreza? ¿No es eso como si Bill Gates no tuviese para coger el autobús? En cierto capítulo un día Nobita quiere comprarse una bici –cual Zipi y Zape- pero sus padres le dicen que naranjas de la China porque no les llega con paga extra. Así que Doraemon tiene una brillante idea: ingresar dinero en un banco a plazo fijo de 100 años para conseguir unos buenos intereses. De esta manera, según Doraemon, “al cabo de diez años se dobla el capital inicial y al cabo de veinte se multiplica por cuatro…” y así hasta los cien años en que habrá aumentado 1024 veces. La máquina del tiempo que Doraemon posee hará el resto.


Realmente ingenioso. Y me pregunto yo, ¿esto no se les ha ocurrido a los descendientes de Nobita para solucionar sus problemas que al parecer rozan el umbral de la pobreza? No me dirán que sea porque no quieran alterar la continuidad del espacio-tiempo porque su ridículo plan de “educar” a Nobita se pasa esa regla por los cascabeles de Doraemon. Si es cierto que Fujimoto Hiroshi y Motoo Abiko no son George Orwell y Paul Verhoven y de esa realidad futura no se nos cuentan los pormenores socioeconómicos de la época y eso, precisamente, nos lleva a desconfiar que aquí hay gato encerrado. Nunca mejor dicho. ¿Y si en realidad Nobita si es John Connor? ¿Y si Doraemon no es tan bueno como aparenta? ¿Y si es satánico como anunciaban algunas asociaciones de padres de nuestros país? Nobita es mal estudiante, es vago y es el centro de las burlas de sus compañeros de clase. Gafotas, cuatro ojos, capitán de los piojos. Siempre que tiene algún problema acude a Doraemon para que le proporcione algún aparato para vengarse. Una joya de chaval, vaya. ¿Tanto recursos y esfuerzos se merece?


Nobita está enamorado de Shizuka (o algo así), que es básicamente la única amiga que tiene, y en el futuro se casarán. ¡Ojo! Él estaba destinado a casarse con la hermana de su acérrimo amigo-enemigo, Gigante, pero Doraemon le asegura que si hace las cosas bien podrá cambiar eso y casarse con Shizuka. No se sabe porque extraña razón Shizuka accedería a tal propuesta pero asumimos que será a través de algún tipo de chantaje o extorsiones. Pero aquí me surge otra duda. Yo no soy un experto en la materia pero, ¿qué tipo de universo espacio-temporal estamos defendiendo? Porque es obvio que todo esto se hace para cambiar el triste futuro de los descendientes de Nobita pero si en ese futuro estaba casado con la hermana de Gigante si eso cambia ahora y lo hace con Shizuka, ¿no esta eso condenando posiblemente, es un supuesto, la existencia de todos sus descendientes? ¿De qué se trata esto? ¿De un suicidio colectivo temporal?



¿Y como acaba todo esto? Pues no lo sabemos. Doraemon es a día de hoy aún una serie abierta con más de 1000 capítulos en su haber y esta destinada a perpetuarse ad infinitum. Sí existen, según informa la wikipedia, varios guiones que presentan diferentes posibles finales para la serie pero inconclusos y, a día de hoy, descartados. Ha circulado la leyenda urbana también de que existe un capítulo especial que presenta un final en el cual, siguiendo los pasos de Abre los Ojos, se desvela que Doraemon es un sueño de Nobita mientras éste se encontraba en coma. Alguna otra leyenda urbana hace referencia a que un día, Nobita se puso a llorar sobre Doraemon, y al mojarlo con sus lágrimas lo estropeó. Desde entonces no paró de estudiar para poder algún día arreglarlo. Este final de cuento clásico tampoco es muy fiable.


Yo creo que un buen final para la serie sería ver a Doraemon sacrificándose de verdad por Nobita y muriendo al ser devorado por las ratas. Nobita intenta varias veces cambiar el futuro para evitar la muerte de Doraemon pero nunca lo consigue y las cosas empeoran. Nobita presa de su dolor, al perder a su gran compañero, entra en una profunda depresión y al final se convierte en el responsable de destruir la continuidad espacio-temporal y condenar al universo a su desaparición. Esa es mi propuesta pero vosotros podéis tener la vuestra. ¡Faltaría más! Aunque el final que todos quisiéramos ver cuando pensamos en Nobita es, sin duda, el siguiente. No me digais que no que habéis pensado lo mismo un montón de veces.




2 comentarios:

El Octavo Samurái dijo...

Buen artículo, nobita siempre ha sido uno de los personajes "odiables" de la serie, pero teníamos un cosuelo, siempre le pegaban o lo puteaban a más no poder. Y merecido que se lo tenía, XD.
Sobre el gato cósmico, yo siempre le he visto a Doraemon una parte "maligna", como un lado oscuro. Recuerdo que cuando se enfadaba parecía estar poseído. En realidad a mi me daba miedo y todo en la época. Tenía como desdoblamiento de personalidad o biporalidad.

PD: Tienes que actualizar la dirección de El Octavo Samurai, ya que esa que tienes es la antigua que Firefox interpreta como virus, aunque no sea real. La nueva desde hace un año es esta: http://samurai8.awardspace.com/

- YOGUR - dijo...

Y que yo no he visto nunca esta serie más allá de algún trocito suelto...

Saludetes ;P