24 de febrero de 2009

De Secret Wars a Dark Reign: La Evolución del Universo Marvel (I)



¡Posibilidad de spoilers considerablemente alta!

Hace unos años me decidí a hacer un gran desembolso especial para hacerme con el tomo recopilatorio de los doce números que componen Secret Wars. Mítica saga Marvel que a mediados de los 80 asombraba a los lectores al juntar por primera vez a todos los héroes y villanos de la editorial en una misma historia. La historia no ha envejecido nada bien. Su trama es lo más simplista del mundo, su dibujo es el de la época y eso no es una critica, pero, en conjunto, el resultado es superfluo y sin mayores repercusiones salvo, quizá, para Spiderman para el cuál la historia significó el punto de partida de su época más oscura avalada por villanos como Venom e historias como La última Cacería de Kraven. Secret Wars no posee ningún retazo del simbolismo o el compromiso social que en épocas anteriores habían tenido los cómics Marvel cuando Stan Lee tenía una labor más activa en ellos.

Veinte años después, como el titulo de la novela de Alejandro Dumas, hemos asistido a la llegada de Civil War y ahora estamos inmersos en una Invasión Secreta y tiempos oscuros se avecinan. Civil War resultó ser una saga de amplias repercusiones para el universo Marvel aunque en este tipo de cómics todo tienda, al final, al status quo. Los tiempos han cambiado, estamos en el nuevo siglo, la lucha ya no es tanto con los villanos como entre semejantes, compañeros y hermanos. El Universo Marvel lleva ya muchos años cohesionado pero siempre hay cotas de realismo más altas a las que agarrarse. Anteriormente a Civil War las implicaciones entre personajes se reducían a la mínima y se reducían a la macrosaga anual de turno. Las personalidades de los personajes en ocasiones fluctuaban sin atreverse los guionistas a veces a decirnos a las claras de que pie cojeaba cada uno. Todos eran héroes en definitiva y ninguno podía quedar en una mala posición. Pero hay muchos tipos de héroes en el Universo Marvel y, aunque creyésemos que los conocíamos como la palma de nuestra mano, que no podían sorprendernos, Civil War tiró por tierra todo eso.

Pero recapitulemos un poco. A finales de los años 80 figuras como Alan Moore y David Gibbons con Watchmen o Frank Miller con obras como Año Uno, El Regreso del Caballero Oscuro o su etapa en Daredevil, con capítulos destacados como Born Again, iban a revolucionar el panorama del cómic superheroico. Más que eso. Había tocado los cimientos de la misma figura del superhéroe adentrándose como nadie había hecho hasta entonces en su psique y como estos podían ser concebidos por el resto de la sociedad. Los superhéroes ya no eran objeto de admiración o unos meros símbolos vacíos del patriotismo que Frank Miller identificaba con Superman. Eran la excusa y la fuerza de los gobiernos, el miedo y temor de los ciudadanos, la envidia y las devoción de otros. Sin término medio. Debían ser controlados y temidos. Utilizados.

Todos aquellos marginados que se habían puesto una máscara para poder mostrarse tal como eran ante la sociedad ahora eran reprimidos por la misma. Posteriormente nos han llegado obras como Marvels de Kurt Busiek o The Kingdom Come de Mark Waid ambas dibujadas por el “utrarealista” Alex Ross que nos muestran este tipo de historias. Que nos hablan de la poetica que encierra la figura del superhéroe. Con el fin del siglo XX llegaba The Authority de Warren Ellis y Bryan Hitch dando otra vuelta de tuerca al concepto del superhéroe creando personajes anarquistas y autoritarios que imponen su justicia a los gobiernos del mundo por la fuerza y rompiendo esquemas con personajes transgresores y pioneros. Incluso, recientemente, Brian V. Vaughn ha dado un paso más allá mostrándonos en su Ex Machina a un ex-superhéroe metido en política.

Ahora, en el presente más inmediato, como comentábamos, el Universo Marvel padece las consecuencias de Civil War de la mano de Mark Millar y Steve McNiven. Con ello Marvel acabó de ponerse al día. Más que eso. Da un salto adelante tomando como referencia esas obras de finales de los 80. Una guerra civil siempre es una lucha fratricida y eso es, ni más ni menos, lo que pudimos ver en los siete números y cómics circundantes a la historia que se nos contó en Civil War. El gobierno ha decidido que los superhéroes, los metahumanos, los "prodigios", que durante tanto tiempo han luchado y salvado el país de numerosas catástrofes y amenazas de manera altruista deben ahora desvelar sus identidades y pasar al servicio del gobierno para ser adiestrados y trabajar para la sociedad con todo nivel de garantías. Los superhéroes son declarados, en sí mismos, armas de destrucción masiva con capas y
máscaras. Proclama entonces el gobierno un Acta de Registro como ya se podía ver en Watchmen. La familia superheroica no tarda en fracturarse en dos bandos: uno a favor del registro, liderado por Ironman y con total apoyo de S.H.I.E.L.D, y otro en contra, con el Capitán America como emblema.

No se puede eludir en ningún momento la carga política de esta historia que tiene total correlación con la situación en que se encontraba Estados Unidos bajo el gobierno de George Bush y su crisis social interna. Ironman, personaje a favor del registro, es un destacado empresario que se gana la vida vendiendo armas y que esta dispuesto a hacer sacrificios si gracias a ello consigue un bien mayor. Se puede decir, que el mismo menciona antes
Los Iluminati, que su mejor poder resulta ser el adelantarse a los acontecimentos que están por venir. Para el Capitán America el problema no es una cuestión de máscaras sino de personas y libertades. Todo se dispara cuando los Nuevos Guerreros se convierten en centro de atención al intentar detener a unos villanos mientras pa
rticipan en un reality show el cuál acaba en una tragedia con más de ocho cientas víctimas. No son cifras nuevas para el Universo Marvel pero si es nuevo la inclusión de la telebasura en la ecuación. Otro síntoma de los tiempos que corren. Como bien apunta Goliath en el lugar de la tragedia, en la que es imposible no recordar el 11-S, aquello es la gota que colma el vaso y desata una verdadera caza de brujas. Los mutantes había sido hasta ahora los perseguidos, rechazados y temidos, ya que ellos nacieron como lo que son y eso les hace diferentes. Los superhéroes, en cambio, no lo son porque nazcan para serlo sino porque eligen serlo y eso es algo que un mutante no puede ganarse. En el mundo de Civil War la máxima d e J.J. Jameson, siempre aplicada con saña a Spiderman, acaba siendo una realidad para el mundo: los superhéroes son una amenaza.

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