20 de abril de 2009
Dragon Ball Evolution -La Involución de una Historia-
Cuando Akira Toriyama creo Dragon Ball seguramente no esperaba la gran relevancia e interés que suscitaría la serie ni el éxito que tendría. Dragon Ball es una franquicia que se podría calificar como el Star Wars japonés debido a las cantidades de merchandising y de noticias que sigue generando después de su creación hace ya 25 años. Imitada, parodiada y homenajeada hasta la saciedad Dragon Ball es una serie con un fuerte componente nostálgico de la década de los 80 y 90 y es la serie que acabó desencadenando el fenómeno manga actual en algunos países como en nuestro pese a que las series de animación japonesas siempre han copado nuestras televisiones desde hace décadas atrás. En Estados Unidos la serie de anime llegó más tarde y tremendamente mutilada en su concepción y censurada, no tanto por su violencia a la que se suele ser más receptivo sino por sus, en ocasiones, escenas con connotaciones sexuales y humor verde que se iría perdiendo poco a poco a medida que avanzaba la historia, paradójicamente, hacía su etapa más adulta. Aunque también es cierto que el anime de Dragon Ball ha sido objeto de censura en muchos otros países incluído el nuestro donde en algunas comunidades circulaban versiones adulteradas procedentes, mayormente, de Francia.
En tiempos recientes la adaptación hollywoodense de esta famosa historia, que les dio por acabar llamándola Dragon Ball Evolution para cuidarse un poco en salud, ha confirmado su fracaso en taquilla del que no podrá salvarle ni siquiera su, simplemente correcta, recaudación en la zona asiática. Las culturas orientales siempre son más receptivas a los cambios. La película acabará a duras penas recuperando su inversión que ahora, oficialmente, sitúan las fuentes en 50 millones de dólares cuando durante toda la andadura de la producción de la película durante dos años se aseguraba que había sido una inversión cercana a unos 100 millones de dólares. Uno espera, por el bien de FOX, que sea lo primero porque de haber gastado 100 millones de dólares en una película con un resultado de ínfima calidad tan apullante estaríamos desde luego hablando del mayor fiasco de la historia del cine moderno.
Dragon Ball Evolution tenía una misión clara: mediante un producto de baja calidad y poco cuidado, que podía llevar al público a las salas sólo por su nombre, reventar las taquillas y crear una nueva franquicia de éxito para explotarla hasta que la máquina diese de sí. Dragon Ball, como franquicia, ha movido en todos estos años más de 4000 millones de dólares en todo el mundo y ese es un dato que no podía pasar por alto a las grandes productoras de Hollywood que ahora han fijado su mirada en la cultura del anime y el manga y en los próximos años se avecinan multitud de adaptaciones de obras niponas la mayoria con perspectivas poco reconfortantes . Pero con Dragon Ball, esta vez, no ha habido suerte y la pésima calidad del material ofrecido junto a su desastrosa campaña publicitaria y la gran oposición de los fans en internet les ha pasado factura. De hecho, las criticas que recibió la producción después de que las primeras imágenes y trailers fuesen apareciendo, ha hecho que se hiciesen algunas modificaciones sobre la marcha y se guardase material, que ya había sido rodado, en el montaje final. Esto se evidencia claramente al ver la película en su inconsistencia y desastroso montaje de unos escasos 100 minutos.
Una de las virtudes de la obra de Akira Toriyama, que pese a apoyar esta producción la calificaba como perteneciente a un "universo paralelo", era la construcción de personajes y su evolución en el tiempo. Todos tenían una personalidad muy marcada que los hacía reconocibles al instante por los fans. En Dragon Ball Evolution reconocemos a estos personajes porque nos dicen que son ellos ya que su parecido con los originales es escaso o nulo en muchos casos y no solo físicamente. Las personalidades de los personajes están pervertidas hasta ser los héroes perfectos y tópicos de la sociedad estadounidense. Para muestra un botón: Goku de ser un chico noble, con una inocencia rallando el absurdo, cuya mayor motivación en el mundo es ser cada día más fuerte es transformado en el elegido de una antigua profecía y en un chico del montón, que asiste al instituto donde resulta ser un marginado, obsesionado con las chicas y con unos poderes mucho más limitados que en la serie. Una suerte de mezcla entre Peter Parker y Daniel LaRusso de Karate Kid.
Se argumenta que este tipo cambios son por la búsqueda de una mayor realidad y un acercamiento al gran público, desconocedor de la obra de Akira Toriyama, pero estamos hablando de una obra de fantasía con ciertos toques de ciencia-ficción en una historia que no deja de ser de superhéroes al modo japonés. Dragon Ball tenía su propio mundo, alejado del nuestro, con sus ciudades futuristas, con su propia fauna muy cercana realmente a la de Star Wars, saga de la que el autor es gran fan y que demuestra más de una vez homenajeandola en cuanto tiene ocasión, y sus luchas imposibles. Eso es lo que hacía, en conjunto, atractiva a la serie en su simpleza. Hacer una adaptación de una obra eliminando sus referencias más especiales, vulgarizandola, y alterando aquello por lo que ha llegado a ser reconocida y motivo de éxito no tiene mucho sentido. La recreación de un mundo como Dragon Ball es más que posible, sin caer en el horror estético, como han demostrado otras sagas anteriormente como la propia Star Wars o El Señor de los Anillos y sus espectaculares y grandilocuentes batallas ya demostraron ser posibles en Matrix Revolutions donde los Hermanos Wachowski organizaron su propio y mal disimulado homenaje a la serie.
La estética de Dragon Ball Evolution es propia de la serie B más radical en la línea de clásicos como el Street Fighter de Jean-Claude Van Damme o Super Mario Bros con las que se la compara en todos los foros de internet y no sin cierta razón. La estética esta, pues, equivocada. Dragon Ball exige un presupuesto y una manera de entender la acción que esta muy lejos de lo propuesto en esta película por James Wong que en unas declaraciones recientes afirmaba desconocer sobre la obra de Dragon Ball antes de que le ofreciesen el proyecto de la que ahora, por supuesto, es un gran admirador. Si uno observa la trama de la película si parece adivinarse una voluntad de mantener la historia que se pudo ver en el anime y el manga en sus puras líneas más generales. Algunos de los elementos característicos están presentes, aquí y allá, pero en el producto se demuestra una gran desgana y esta plagado de licencias gratuitas que resultan sonrojantes resueltas, además, de forma más que cuestionable en el guión de Ben Ramsey que, por lo visto, tampoco debía conocer la serie.
Los inicios con Goku en el instituto, la inclusión de un personaje como Mai de relevancia anecdótica en la serie que aquí pasa a tener un nuevo status -calcado al de la Mistica de los X-men- y más minutos que el propio villano principal de la historia Piccolo, y en cambio un personaje de cierta relevancia como Yamsha o el Duende Tortuga son ninguneados, los esbirros de Piccolo y esa escena de patetismo extremos en el interior de un volcán o el cambio en el origen del personaje que se revela en la brevisima lucha final con Piccolo. Y todo esto sin mencionar unos efectos especiales de regional preferente que en ningún momento están a la altura ni en la plasmación de los poderes de los personajes -la manisfestación de la energía parece de un capítulo de Buffy Cazavampiros- ni en la creación de bestias que acaban siendo risibles como esa transformación de Goku en hombre-lobo o ese dragón Sheron que no tiene ningún tipo de presencia o espectacularidad como si la tenía en el anime y el manga. Si a esto unimos un plantel de personajes descafeinados: el Goku arácnido, la Bulma Croft, el Duende Tortuga vagabundo o el Piccolo con el traje de Batman y una sarta de tópicos que vienen a mostrarnos, una vez más, la superioridad del omnipresente y cansino way of life estadounidense la película no puede ser más que un despropósito insalvable.
El problema de Hollywood con las adaptaciones es que siempre las acaba llevando a su terreno. Hasta cierto punto tiene sentido: ellos producen, ellos deciden. Pero la palabra clave es: adaptación. Cuando estás adaptando una obra, sea una novela o un cómic, o incluso hoy en día un videojuego, son muchas cosas las que hay que tener en cuenta. A la hora de adaptar se esta mostrando una interpretación del director de la obra en cuestión, aunque en casos como Dragon Ball Evolution uno tiende a pensar que la interpretación es la de los productores, que ya tiene sus propias pautas: son virtudes y sus defectos. La cuestión es hasta que punto el director tiene potestad sobre la obra original y hasta que punto es licito modificarla según su criterio. En este caso, como en otros, la libertad creativa es limitada pues no nos vamos a engañar, la finalidad de este tipo de películas es hacer negocio pero, su "obligacion" para con el espectador es el entretenimiento estableciendo un deseable quid por quo. Pero hay que conocer la obra y saber al público al que se dirige ya que no todo el mundo tiene el mismo concepto sobre el entretenimiento. No se puede eludir tampoco que la FOX con Dragon Ball Evolution buscaba una película que pudiesen ver los más pequeños lo cuál además supone una infantilización de ciertas tramas en la película ya que no se han decidido a contar Dragon Ball en sus origenes sino que, más bien, han optado por empezar allí donde Dragon Ball empezó a eclosionar definitivamente como un fenómeno de masas.
En definitiva todos nos alegramos, exceptos algunos espectadores rezagados y benevolentes o aún inocentemente esperanzados en una secuela que sea verdaderamente digna de la obra original de Akira Toriyama, del fracaso de Dragon Ball Evolution. Ni siquiera como película, fuera de Dragon Ball, es reseñable como si lo serían otras adaptaciones fallidas como Constantine o From Hell que sin parecerse a sus originales, sobre todo en el caso de la segunda, son cuanto menos películas entretenidas. Tal vez como siempre recalca ese genio barbudo de forma algo gruñona que es Alan Moore, hay cosas que no es que no se puedan adaptar sino que no hay necesidad de hacerlo. Quizá deberíamos tener la suficiente madurez para saber ver que cada medio tiene sus propias reglas y que hay que valorar a una obra en su marco de referencia en que fue concebida y es innegable que en el caso de Dragon Ball donde mejor podremos apreciar su magnificencia es en las páginas del manga de Akira Toriyama y también, a otro nivel que es como nos acercamos la mayoria a Dragon Ball, en la serie de anime de Toei Animation. Eso o esperar que alguien con verdadera devoción por la obra y con talento se decida a darnos su visión sobre las aventuras de Goku y sus amigos.
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