Christine tiene un buen trabajo,
un novio estupendo y un futuro brillante.
Pero en tres días,
conocerá el infierno.
¡Atención sin spoilers importantes que declarar!
Sam Raimi vuelve a sus orígenes con Arrástrame al Infierno. A aquellas películas de terror ochenteras de serie B que rodaba con medios limitados y junto a sus amigos de toda la vida en las que Bruce Campbell era siempre su actor fetiche. Aunque después de rodar tres entregas seguidas de la saga Spider-man, con resultados dispares pero siempre con enorme éxito en taquilla, y ejercer de productor de algunas películas del género por el que siempre ha tenido una especial predilección como son Boogeyman o El Grito es obvio que este no es exactamente el mismo Sam Raimi de antaño... aunque guarda cierto parecido y eso es bueno. Fue en 1981 cuando The Evil Dead (Posesión Infernal) y la posterior secuela o remake en 1987 de esta, según se mire, en las que Sam Raimi ejercia tanto de director como de guionista, la que acabaría catapultando al director estadounidense a lo más alto. Sus posteriores proyectos como director, que combinaba con su faceta de actor en pequeños papeles en películas como Muerte entre las Flores y Sangre Fresca, dejaron claro que poseía un estilo propio bastante marcado que se envidenciaba en películas como Darkman, Un Plan Sencillo y, por supuesto, El Ejército de las Tinieblas.
A esta última nos hemos de remitir para hablar de Arrástrame al Infierno (Drag Me To Hell) en donde volvemos a encontrar un producto de terror marca del director con su clásico humor negro en clave de parodia. En este tipo de productos Sam Raimi se esmera en crear atmósferas terroríficas y una estética sucesora de la serie B más mítica situando a sus personajes enfrentados a fuerzas malignas desconocidas que provocan situaciones a la par dramáticas e hilarantes. Sam Raimi es único a la hora de crear ese balance imposible que convierte sus comedias de terror en productos inmediatamente reconocibles como sólo otros directores como Tim Burton o Quentin Tarantino saben hacer. Arrástrame al Infierno es la historia de Christine Brown (Alison Lohman) una chica normal y corriente que trabaja en una oficina de prestamos de un banco y que tiene cierto complejo de inferioridad provocada por la posición social de los padres de su novio Clay Dalton (Justin Long) y su propio origen "campechano". Pendiente de un ascenso en su puesto de trabajo con el que pretende solucionar todos sus problemas de autoestima y dispuesta a impresionar a sus suegros y su jefe decide denegar la porroga de su hipoteca a la terrorífica, repulsiva y extremadamente anciana Mrs. Ganush (Lorna Raver). Debido a ello Mrs. Ganush pierde su casa y, como venganza, la anciana le lanza una maldición a Christine que se verá atormentada por el espíritu maligno de Lamia que en tres días pretende llevarse al infierno su alma.

Con esta sencilla historia Sam Raimi vuelve por los fueros que le dieron a conocer pero han cambiado muchas cosas desde entonces y el aire más comercial de esta película, pese a su revestimiento ochentero, y su visión menos transgresora respecto de aquellos primeros trabajos suyos convierte a Arrástrame al Infierno es una película para todos los públicos entretenida y sin muchas pretensiones. Disfrutable sobre todo por el particular estilo de su director que la convierte, a pesar de todo, en algo diferente a lo que el cine de terror actual nos tiene acostumbrados pese a la buena salud que se dice goza el género. Entre los actores principales destacan una casi desconocida Alison Lohman procedente de trabajos como Big Fish y Beowulf y Justin Long que después de haber participado en la última entrega de la Jungla de Cristal y haber aparecido en lo último de Kevin Smith en ¿Hacemos una Porno? empieza a ser cada vez más reconocido en Hollywood. Alison Lohman, como una version femenina del Ash Williams de Bruce Campbell, es especialmente "torturada" por Sam Raimi convirtiendo a su personaje en algo cercano a los de aquellas comedias de los años 90 en la línea de Esta Casa es una Ruina con Tom Hanks enfrentados a todo tipo de desastres que los llevan a situaciones casi surrealistas en su día a día. Mención especial para la actriz televisiva Lorna Raver que confecciona una Mrs. Ganush realmente extravagante y escatológica a la par que carismática y que se convierte en lo más llamativo de la película.

Arrástrame al Infierno es una película de unos escasos 99 minutos que no se hace en ningún momento pesada ni larga y que, en realidad, al contrario, nos deja con ganas de que Sam Raimi hubiese exprimido algo más la situación de partida que había planteado y que pierde algo de fuerza en su última parte aunque su final sea de los que queda en la retina por su plasticidad siendo muy propio del director de la saga Evil Dead. Todo los demás aspectos de la película Sam Raimi los demina de manera sútil y elegante lo que hace que, si bien no dejamos de estar ante un entretenimiento ligero, es fácil percibir en él las virtudes de este cineasta y la madurez que ha alcanzado detrás de la cámara. En todo caso este es el Sam Raimi que debería ser y en la dirección que debería seguir pero por lo visto su próximo proyecto será de nuevo otra secuela de la saga Spider-man, con la que pretende redimirse de lo visto en su última incursión con el personaje, y después iniciará los preparativos para adaptar al cine el popular videojuego World of Warcraft después de que se haya rumoreado mucho a lo largo de los años sobre posibles secuelas de Evil Dead pero sin que nunca se haya concretado nada.